Actualmente las generaciones que asisten
a las instituciones de educación primaria o secundaria requieren de un
aprendizaje que les permita en un futuro
desenvolverse en el conglomerado de actividades, competencias y habilidades que
demanda la sociedad globalizada.
A toda institución educativa se le exige
que forme un estudiante competente, no sólo que sepa del tema tratado en la
clase, sino también que tenga la habilidad para emplearlo en la generación de
nuevos conocimientos o en la solución de problemas. Para eso el docente
encomienda tareas y actividades dentro y fuera del aula.
No obstante, con las nuevas tecnologías
de información y comunicación, la
exigencia es mayor, ya que no sólo se requiere recuperar la información de una
página electrónica, de una base de datos o de un dispositivo electrónico, sino
que debe investigarse, contrastarse y comprenderse para que el alumno construya
su propio punto de vista y de esta manera ejerza una actitud participativa y
construccionista de su propio aprendizaje.
Según el Ministerio de Educación, históricamente y
hasta hace muy pocos años, la biblioteca escolar costarricense no había logrado
el apoyo gubernamental necesario, por lo que la creación de nuevos servicios de
biblioteca respondió más a una demanda
de la comunidad educativa que a una política de Estado o a la planificación
institucional; a pesar del reconocimiento a nivel académico de la biblioteca
escolar como un recurso indispensable de apoyo al currículo.
Es así como la nueva biblioteca
escolar fue llamada a retomar su rol, concebida como un lugar de aprendizaje,
de encuentro y comunicación, integrado en el proceso pedagógico para favorecer
la autonomía y la responsabilidad del estudiante. Se concibe como un espacio esencial
que contribuye, desde las edades más tempranas, al desarrollo de las
potencialidades creadoras, al interés por el aprendizaje permanente y la
motivación por la investigación.
Por lo tanto, estos espacios deben proporcionar
múltiples servicios de información y ofrecer acceso, por diferentes vías, a fuentes bibliográficas y materiales
complementarios. Constituye además, un lugar favorable al estudio, a la
investigación, al descubrimiento, a la autoformación y al fomento de la
lectura; y como ambiente enriquecedor permite presentar múltiples perspectivas
del conocimiento, siendo una comunidad de aprendizaje, caracterizada por la
participación e interacción de los diferentes agentes del sistema educativo,
conformando un equipo de trabajo que orienta y propicia el proceso educativo.
Es por ello, que desde las bibliotecas educativas y Centros
de Recursos para el Aprendizaje (CRA) se promueve la participación activa de
los estudiantes y personal de cada centro educativo en todas las actividades y
en la resolución de problemas, tanto institucionales como de la misma
comunidad; con lo cual, la biblioteca adquiere un protagonismo histórico e
indispensable al llevar sus servicios, actividades y productos más allá de sus
paredes, proyectándose a la comunidad e insertándose en ella como una
generadora de conocimientos y alternativas de desarrollo comunal.
Por tanto, la biblioteca en su
transformación a CRA, debe convertirse en un sitio de encuentro físico y
virtual de la información que se
convierte en conocimiento, donde el alfabetismo, la indagación,
la reflexión, la imaginación, el descubrimiento y la creatividad sean
fundamentales para el aprendizaje de los estudiantes en todas las áreas
curriculares y su formación integral como personas.
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